No quemamos banderas ni contenedores. No rompimos cristales ni tiramos huevos a ningún edificio. No defendímos causas tan imporantes como colgar (o no) una placa de una Santa en la pared. Tampoco ofrecimos a nadie entrar en el sorteo de un alargamiento de pene. Es que, ¡ni tan siquiera matamos a una persona!. Y claro, así uno no puede esperar salir en las noticias.
El día 19 de Noviembre estudiantes de Ingeniería Técnica Informática e Ingeniería Informática de toda España nos manifestamos para defender la necesidad de regular nuestra carrera con la llegada del nuevo sistema educativo superior. En total fuimos 1500 personas en Valencia, 2500 en Barcelona, 5000 en Madrid y podría seguir así con todas las capitales de provincia del país.
La regulación implica que la Ingeniería Informática tenga los mismos derechos que cualquier otra ingeniería. Con la regulación se podrá crear un colegio a nivel nacional que defienda los intereses de los informáticos. Con la regulación tendremos competencias, es decir, se reconocerán nuestros conocimientos. Con la regulación conseguiremos que el Ministerio haga una de las famosas fichas que marcan la línea que deben seguir las universidades (públicas y privadas) para diseñar los nuevos grados de Informática. Con la regulación se dará el primer paso contra el intrusismo.
Manifestación en Valencia. Foto extraída de elpais.com y realizada por Carles Francesc.
Sólo TVE dió la noticia. Es cierto que en el mundo suceden cosas más importantes e interesantes que la manifestación del 19N. Pero también es cierto que las noticias sensacionalistas y los sucesos más macabros acaparan la mayor parte de las noticias. Que las discusiones absurdas de los políticos sobre cuestiones irrelevantes se llevan la primera plana sin ningún problema. Que el concurso de lanzamiento de huesos de aceituna tiene, todos los años, su momento de gloria. Y entonces uno se pregunta qué pasaría si si se sustituyese alguna de esas noticias, que todos nos sabemos de memoria, por otra que tuviese su interés más allá del morbo o la gracia que produce, eso sí, por ser absurda.
blogaritmo neperiano 